En la Nochebuena de 1734, se declaró un gran incendio en el Real Alcázar de Madrid (un antiguo castillo medieval que la dinastía de los Austrias había reconvertido en palacio residencial), probablemente originado en el aposento del pintor de Corte Jean Ranc. Por suerte, esa noche la familia real se había desplazado al Palacio de El Pardo junto con la mayoría de los cortesanos.
El fuego se propagó rápidamente, llegando a tal magnitud que se alargó durante cuatro días e incluso fundió algunos objetos de plata por el calor, teniendo que recoger los restos de metal (junto con piedras preciosas) en cubos.
Extinguido el incendio, el edificio quedó reducido a escombros. Nada se pudo hacer por salvar el edificio, ni las 500 obras de arte que allí había.
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