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En la madrugada del 12 al 13 de Mayo tuvo lugar un incendio posiblemente intencionado en el cementerio de neumáticos de Seseña, el más grande de Europa, donde el 70% de las instalaciones pertenece a Toledo y el 30% restante a Valdemoro (Madrid). Este fuego produjo llamas de hasta 20 metros de altura y una nube tóxica de importantes dimensiones, que hizo activar automáticamente el nivel 2 de gravedad y el desalojo de la urbanización más cercana a la zona, El Quiñón, así como el cierre de todos los colegios próximos. 

Los neumáticos comenzaron a acumularse en la localidad toledana a finales de los 90 y, debido a la magnitud que estaba adquiriendo, el Gobierno regional de Madrid, el de Castilla-La Mancha y el Consistorio de Seseña decidieron dar una especie de ultimátum para limpiar el área y triturar gran parte de las ruedas. Advertencia a la que no se hizo caso. 

Lo cierto es que con cien hectáreas de terreno y más de 90.000 toneladas de ruedas viejas, las labores de extinción fueron realmente complicadas, llegando a necesitar diez dotaciones de bomberos de la Comunidad de Madrid y de Toledo, junto con la UME. Además, este tipo de fuegos requiere de un agente extintor especial, denominado como espumógeno, a muy baja concentración (Humectante 0.1 – 0.3% / Espumante 0.3 – 0.5%). Su poder humectante hace que el agua con aditivos penetre  en profundidad dentro de los sólidos, impidiendo la reignición del fuego, mientras que su poder espumante crea una masa compacta de espuma de gran adherencia y larga duración sobre cualquier tipo de paramento. Como beneficio extra, no perjudica al medio ambiente y es totalmente biodegradable.

Pero, aunque el agente extintor no dañe la salud de las personas y el estado del medio ambiente, la nube de humo sí. En este punto debemos tener en cuenta qué sustancias se liberan al aire cuando arden los neumático, así como qué efectos pueden tener esas sustancias. En esta línea, los datos aportados por el Programa de Calidad del Aire de la Agencia Medioambiental Europea (EEA) establecen que en Valdemoro, el lugar más próximo a la catástrofe ambiental, se han alcanzado los 61 microgramos de PM2,5 por metro cúbico de aire, seis veces más de su media anual y superando a las zonas de más polución en la capital.

A pesar de ello y aunque Joan Grimalt (profesor de química ambiental en el Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua, perteneciente al CSIC) en un primer momento anotó que «el humo emitido es muy dañino para la salud, debido a que los hidrocarburos aromáticos policíclicos que contiene son compuestos altamente cancerígenos«, posteriormente señaló que el riesgo para la salud depende del nivel de exposición.

Por ello se aconseja no regresar a casa hasta que las dimensiones del humo se hayan reducido considerablemente y, una vez allí, cerrar bien las ventanas para evitar que este entre al interior de la vivienda.

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Los bomberos de Dubai volarán para apagar fuegos

De la excentricidad de la cultura dubaití no han conseguido librarse ni sus bomberos que, a mediados de 2016, incorporarán a sus parques lo que han denominado como Jetpacks (una especia de mochilas propulsoras) que utilizarán en caso de incendio en cualquiera de los innumerables rascacielos de la ciudad. Estos aparatos, que soportan hasta 120 kilos de peso, pueden ser controlados de forma manual o vía remota.

A día de hoy, las grúas telescópicas del cuerpo de bomberos de Dubai no son capaces de enfrentarse a las grandes alturas de los rascacielos. Teniendo en cuenta que ésta es la ciudad que alberga el mayor número de edificios elevados del mundo, las autoridades no han dudado en adquirir 20 unidades de estos revolucionarios aparatos por el módico precio de 35.000 dólares la unidad. ¿El responsable de este invento? La empresa neozelandesa Martin Jetpack.

El detector de incendios que evita falsas alarmas

Investigadores de la Universidad de Huelva en colaboración con la empresa sevillana Ontech Security van a revolucionar el mercado con una nueva alarma que distingue el tipo de humo que está detectando para evitar así falsas alarmas.

Frente a los detectores de humos tradicionales, estos innovadores aparatos cuentan con diferentes tipos de sensores que les permiten distinguir si se encuentran ante el humo producido por fuego, el de un cigarrillo o vapor de agua. También pueden medir la cantidad de humo, la temperatura o el monóxido de carbono.

Detector que evita falsas alarmasSegún explica el investigador Juan Antonio Gómez Galán, de la Universidad de Huelva, este sistema «combina tecnologías que tienen en cuenta el tipo de fuego al que se están enfrentando y calibra el tiempo de detección”.

Sus costes de instalación también serán inferiores a los de los aparatos tradicionales. ¿Cómo lo han conseguido? Instalando un sistema de nodos inalámbrico que se comunican con la centralita de control mediante radiofrecuencia, evitando el cableado actual. Sus circuitos electrónicos, además, son de bajo consumo.

De momento, esta alarma ‘inteligente’ es un prototipo, pero se espera que en el corto plazo sea una realidad en viviendas u oficinas.

Un sistema para minimizar la humedad en el área de extinción

También relacionado con los incendios, pero enfocado a la extinción ha nacido el sistema Victaulic Vortex.

Se trata de una tecnología que utiliza una suspensión homogénea de líquido (agua) y gas inerte (nitrógeno) a una velocidad alta y una presión baja. Con ello se contribuye a bajar la temperatura en el área afectada y a suprimir el oxígeno para que el incendio no se prolongue. También minimiza la humedad que se deja en del área tras la actuación, reduciendo los daños en los bienes de los inmuebles.

A diferencia de otras técnicas de extinción de incendios, permite su activación en el momento en el que se detecta el incendio, sin tener que esperar a evacuar las instalaciones.

Por último, Victaulic Vortex se integra con los sistemas de alarma y detección de incendios, así como con los sistemas de seguridad de cualquier inmueble. Por todo ello, el sistema se puede utilizar para proteger oficinas, bibliotecas, cuartos de máquinas, turbinas eléctricas, salas de control y centros de datos, entre otras infraestructuras que necesitan protección.