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Todos somos conscientes de que actualmente la tecnología forma parte de nuestras vidas. Tanto es así que incluso los ladrones se han hecho con nuevos y más modernos métodos para asaltar viviendas en el momento oportuno y sin dejar rastro.

En este sentido, la tendencia más reciente entre los ladrones a la hora de intentar acceder a domicilios o negocios es el uso de inhibidores de frecuencia, que bloquean el ancho de banda GSM y radio, inutilizando así las alarmas de seguridad y los teléfonos móviles. También se ha puesto de moda la instalación de micro cámaras en las mirillas para controlar los movimientos que tienen lugar dentro y fuera de la casa, con el objetivo de averiguar si esta se encuentra vacía en un momento determinado o incluso por un periodo prolongado de tiempo, y saber además qué forma tiene la cerradura.

abrir bumpA pesar de ello, estos sistemas siguen combinándose con las más tradicionales como el ‘resbalón’ (consistente en abrir el pestillo de la puerta introduciendo una radiografía, carnet o tarjeta), el ‘bumping’ (una fórmula de apertura de cerraduras que consiste en introducir una llave preparada para determinados modelos de puertas que, con un pequeño golpe, hace saltar los pistones de la cerradura, abriendo así la puerta), o la ‘llave mágica’ para las cerraduras de borjas que se abren con llaves de paletón.

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Lo cierto es que con las vacaciones de verano a la vuelta de la esquina, todo el mundo comienza a preocuparse por este tipo de delitos. Pero, lejos de la creencia extendida sobre el incremento de los robos en épocas estivales, el último informe de UNESCO sobre Los robos en los hogares en España establece que los meses de Enero, Febrero y Marzo son los preferidos por los ladrones para actuar, a los que sí se suma Agosto, puesto que habitualmente lo asaltantes roban segundas residencias al encontrarse vacías durante una larga temporada.

Además, las provincias donde se dan robos con mayor asiduidad son las que conforman la costa mediterránea, especialmente Tarragona (65,72%) y Murcia (44,28%). En cuanto a las provincias de interior, destacan Madrid (56,06%) y Toledo (36,52%). Por el contrario, donde es más infrecuente sufrir un robo en casa son Navarra (-66,34%), Orense (-65,12%) y Palencia (-63,91%).

En la madrugada del 12 al 13 de Mayo tuvo lugar un incendio posiblemente intencionado en el cementerio de neumáticos de Seseña, el más grande de Europa, donde el 70% de las instalaciones pertenece a Toledo y el 30% restante a Valdemoro (Madrid). Este fuego produjo llamas de hasta 20 metros de altura y una nube tóxica de importantes dimensiones, que hizo activar automáticamente el nivel 2 de gravedad y el desalojo de la urbanización más cercana a la zona, El Quiñón, así como el cierre de todos los colegios próximos. 

Los neumáticos comenzaron a acumularse en la localidad toledana a finales de los 90 y, debido a la magnitud que estaba adquiriendo, el Gobierno regional de Madrid, el de Castilla-La Mancha y el Consistorio de Seseña decidieron dar una especie de ultimátum para limpiar el área y triturar gran parte de las ruedas. Advertencia a la que no se hizo caso. 

Lo cierto es que con cien hectáreas de terreno y más de 90.000 toneladas de ruedas viejas, las labores de extinción fueron realmente complicadas, llegando a necesitar diez dotaciones de bomberos de la Comunidad de Madrid y de Toledo, junto con la UME. Además, este tipo de fuegos requiere de un agente extintor especial, denominado como espumógeno, a muy baja concentración (Humectante 0.1 – 0.3% / Espumante 0.3 – 0.5%). Su poder humectante hace que el agua con aditivos penetre  en profundidad dentro de los sólidos, impidiendo la reignición del fuego, mientras que su poder espumante crea una masa compacta de espuma de gran adherencia y larga duración sobre cualquier tipo de paramento. Como beneficio extra, no perjudica al medio ambiente y es totalmente biodegradable.

Pero, aunque el agente extintor no dañe la salud de las personas y el estado del medio ambiente, la nube de humo sí. En este punto debemos tener en cuenta qué sustancias se liberan al aire cuando arden los neumático, así como qué efectos pueden tener esas sustancias. En esta línea, los datos aportados por el Programa de Calidad del Aire de la Agencia Medioambiental Europea (EEA) establecen que en Valdemoro, el lugar más próximo a la catástrofe ambiental, se han alcanzado los 61 microgramos de PM2,5 por metro cúbico de aire, seis veces más de su media anual y superando a las zonas de más polución en la capital.

A pesar de ello y aunque Joan Grimalt (profesor de química ambiental en el Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua, perteneciente al CSIC) en un primer momento anotó que «el humo emitido es muy dañino para la salud, debido a que los hidrocarburos aromáticos policíclicos que contiene son compuestos altamente cancerígenos«, posteriormente señaló que el riesgo para la salud depende del nivel de exposición.

Por ello se aconseja no regresar a casa hasta que las dimensiones del humo se hayan reducido considerablemente y, una vez allí, cerrar bien las ventanas para evitar que este entre al interior de la vivienda.

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Según datos proporcionados por la UNESPA, Asociación Empresarial del Seguro, los comercios del país sufren aproximadamente 47.000 incendios en un solo año, ocasionando unas perdidas materiales de 47 millones de euros. Afortunadamente, este tipo de fuegos no suelen cobrarse vidas humanas y los heridos resultantes de los mismos son escasos, pero lo cierto es que surge la necesidad imperante de tomar medidas en materia de prevención con el objetivo de reducir al máximo estos sucesos.

Centrándonos en los centros comerciales, son múltiples los que han tenido lugar en lo que va de 2016 (véase el Centro Comercial Los Arcos de Sevilla, en C.C de Pozuelo en Madrid, San Sebastián-Donostia y Albacete). Y, aunque el funcionamiento de los sistemas de Protección contra incendios y la rápida actuación en cuando a evacuación fueron ejemplares en todos los casos, es importante señalar que este tipo de establecimientos deben regirse por el Código Técnico de la Edificación (CTE), contemplado como Uso Comercial. 

En él se recogen las siguientes indicaciones (entre otras):

Compartimentación y sectorización. La superficie total destinada para zona comercial y de circulación de público será como máximo de 10.000 m2, estando protegido por completo mediante rociadores automáticos de agua. Su altura de evacuación no deberá exceder los 10 m.

Rociadores automáticos de agua. Si la superficie total construida es mayor de 1.500 m2, se instalarán rociadores automáticos hasta proteger la totalidad del Centro Comercial. 

Extintores portátiles. Se dispondrán de un extintor cada 15 m en todas las plantas. Estos tendrá una eficacia como mínimo 21A-113B.

Boca de Incendio Equipada (BIE). Cuando la superficie total construida sea mayor de 500 m2 se utilizarán BIE de 25 mm, mientras que si el riesgo especial alto, BIE deberá ser de 45 mm.

Instalación de detección y alarma. Si la superficie total construida es mayor de 2.000 m2, se colocarán pulsadores manuales y detectores automáticos de manera que todo el establecimiento quede protegido.

Control del humo de incendio. Cuando la ocupación media sea superior a las 1.000 personas, se deberá instalar un sistema de control del humo de incendio capaz de garantizar la seguridad y correcta evacuación de los ocupantes.

Accesibilidad de los Bomberos. Se facilitará una entrada exclusiva para que el Cuerpo de Bomberos puede desarrollar su labor en caso de fuego, además de instalar al menos 1 hidrante exterior cuando el establecimiento sea mayor de 1.000 m2.

Pero de nada sirve que un comercio pequeño o un centro comercial de grandes dimensiones tenga todos estos sistemas de Protección contra Incendios si no se llevan a cabo las medidas de mantenimiento oportunas, realizadas siempre por una empresa Instaladora y Mantenedora de PCI cuya homologación este vigente. 

 Fuente: Tecnifuego-Aespi

Ya hemos hablado en muchas otras ocasiones de los sistemas de seguridad biométricos, herramientas innovadoras cada vez más utilizadas, principalmente por grandes compañías que necesitan la máxima protección en sus instalaciones. Pero el estudio que realizó un equipo de investigadores de la Universidad de Binghamton bajo el mando de Sarah Laszlo y Zhanpeng Jin, profesores adjuntos de psicología e ingeniería informática, sobre la utilidad de la actividad cerebral en diferentes ámbitos es algo fuera de lo común.

Con este estudio se llegó a la conclusión de que cada individuo reacciona de forma distinta ante las imágenes que se les muestra, por lo que nunca se repite el mismo patrón entre las personas sin dar lugar a la posibilidad de robo en caso de ser utilizado como medio de seguridad.

Para utilizar las ondas cerebrales en los sistemas de seguridad con el objetivo de verificar la identidad de una persona, solo se necesitaría un sistema informático que descodificase la actividad cerebral aportando unos resultados con 100% de precisión.

Según Sarah Laszlo, “Si roban la huella dactilar de una persona, esta no puede hacer crecer un nuevo dedo para reemplazarla, quedando comprometida para siempre dado que las huellas dactilares no pueden ser anuladas. Los brainprints, por el contrario, son potencialmente anulables. Así, en el caso improbable de que los atracadores logren robar un brainprint, el usuario podría ‘resetearlo’

A pesar de todo esto, Zhanpeng Jin no visualiza a corto plazo este tipo de biometría como un sistemas producido en masa para aplicaciones de baja seguridad (como puede ser el desbloqueo de un smartphone) pero sí podría tener aplicaciones destacables en lugares que precisen de alta seguridad.

La seguridad en la vivienda o, mejor dicho, la inseguridad de la misma es algo que mantiene en vilo a todos los españoles. Con el surgimiento de las nuevas técnicas de robo, los ciudadanos se encuentran cada vez más intranquilos y así lo demuestra el último estudio realizado por el Instituto Sondea. De hecho, el 58,28% de los encuestados considera que en la actualidad existe menos seguridad y más robos que en 2014 y el 6,19% admite haber sufrido alguno en su propio hogar.

Pero los datos más interesantes de esta investigación proceden de los obtenidos en cuanto a las ciudades y comunidades autónomas consideradas como más fiables o peligrosas. En este sentido y centrándonos en las ciudades, en el top 10 de las más inseguras se encuentra Madrid con un 41% de respuestas. Lo siguen Barcelona (24,15%), Sevilla (10,48%), Valencia (4,34%), Málaga (4,24%), Alicante (3,14%), Bilbao (2,35%), Palma de Mallorca (2,25%), Murcia (2,15%) y Las Palmas de Gran Canaria (2,10).

En contraposición, los españoles advierten que las ciudades más seguras para vivir son Bilbao (18,66%), Valladolid (16,72%), La Coruña (12,18%), Las Palmas de Gran Canaria (8,03%) y Zaragoza )7,88%.

Por Comunidades Autónomas, el punto más negativo se lo vuelve a llevar la Comunidad de Madrid (38,57%), seguido de Andalucía (20,56%) y Cataluña (19,06%). En el otro extremo, se sitúan el País Vasco (13,32%), Asturias (8,78%) y Extremadura (8,23%).

En lo referente al tipo de vivienda o negocio, tres de cada 4 ciudadanos creen que en los chalets independientes necesitan mayor protección que el resto de hogares y el 61,08% que las joyerías deberían disponer de más sistemas de seguridad, seguido de los bancos (11,53%) y en tiendas de telefonía móvil o informática (7,39%).

Según un informe realizado por el Observatorio Sectorial DBK de INFORMA D&B, el número de conexiones a CRA (Central Receptora de Alarma) aumentó un 3% durante 2015 respecto al año anterior, alcanzando una cifra de 1.570.000 servicios, gracias al crecimiento de la demanda por parte de comerciantes así como al desarrollo tecnológico de este tipo de sistemas y la sustitución de vigilantes por herramientas mecánicas.

De este modo, si en 2014 se había registrado un incremento del 0,8% (rompiendo así la tendencia de descenso experimentada durante la crisis que abarcó los años de 2008 a 2013) y en 2015 se llegó al 3%, se espera que durante el presente año se contabilice entre un 3% y un 4% más de conexiones activas.

Por zonas geográficas, Madrid y Cataluña agrupan conjuntamente alrededor del 40% del parque, siendo además las ciudades que tienen más empresas autorizadas para ofrecer este servicio (23,5% y 18,1% respectivamente de 149 compañías en total). Por su parte y lo referente al tipo de cliente, los residenciales reunieron el 53% de estas conexiones, mientras que el 47% restante fue agrupado por el sector profesional. 

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Ya antes de Semana Santa lo anunciaba un estudio elaborado por el instituto Sondea: siete de cada 10 españoles consideran que la inseguridad de sus viviendas frente a los robos aumenta en periodos vacacionales. Lo extraño es que a pesar de esta creencia generalizada, un 76% de las personas admite no tomar ninguna medida de seguridad extraordinaria durante esta época. Y, además de ello, un 41% de los consultados en la investigación asegura que los ladrones podrían encontrar sus posesiones más valiosas fácilmente.

Por su parte, este estudio establece que las medidas de seguridad preferidas por los ciudadanos para protegerse son la alarma conectada a una central receptora en un 36%, la vigilancia privada (24%) y las puertas blindadas (12%).

Lo cierto es que el pasado domingo 27 de marzo, cuando miles de ciudadanos llegaron a sus casas después de Semana Santa, se encontraron con una sorpresa muy habitual: puertas abiertas, cerraduras forzadas, cajones revueltos y falta de pertenencias. Especialmente en la Región de Madrid, donde lo común es que se registren un par de denuncias por robos en una semana normal y, en esta ocasión, el dato se multiplicó por siete.

Como era de esperar, los objetos con mayor índice de sustracción son las joyas, el dinero en efectivo y los dispositivos electrónicos de no gran tamaño. Si hablamos de robos en trasteros, las bicicletas también son uno de los principales objetivos.

La comprensión de cómo se comporta y expande el fuego en el espacio siempre ha sido una incógnita y fruto de muchas investigaciones. Estudios que para evitar riesgos hacia la tripulación de a bordo han tenido que ser obligatoriamente limitados en tamaño y alcance. Ahora, un nuevo experimento diseñado, construido y gestionado en el Glenn Research Center de la NASA en Cleveland pondrá a prueba los efectos de un gran incendio en el espacio mediante la activación de un fuego en el interior de tres naves espaciales no tripuladas en órbita.

Saffire es su nombre y pretende dar respuesta a dos preguntas: ¿Una llama de difusión al alza continuará creciendo o se limitará su tamaño debido a la microgravedad y las cantidades limitadas de oxígeno? así como ¿qué tejidos o materiales se incendiarán y cómo lo harán?

Saffire I despegará junto a la cápsula orbital ATK Cygnus del Kennedy Space Center en Florida rumbo a la Estación Espacial Internacional (ISS). Cuando Cygnus llegué, los astronautas bajarán y una vez que ésta se encuentre a una distancia de seguridad suficiente, el control desde la Tierra comenzará el experimento desatando el fuego, que únicamente durará un par de horas aunque Cygnus permanecerá en el espacio durante siete días para asegurar la transmisión de datos completa. Esta recopilación de información será posible gracias a sensores de temperatura, oxígeno y de dióxido de carbono así como a cámaras que grabarán cómo queman los materiales.

Saffire II, programado para ser lanzado en junio de Wallops Flight Facility en Virginia, prenderá una mezcla de nueve materiales diferentes utilizados habitualmente en la estación espacial. Entre ellos se encuentran tejidos ignífugos utilizados para la ropa astronauta, muestras de ventana de plexiglás con variaciones, contenedores de almacenamiento y compuestos de silicona.

Según el ingeniero Gary Ruff, esta es una investigación «crucial para la seguridad de las misiones espaciales actuales y futuras«.

Con el cambio de año y una vez recopilados todos los datos, llegan las malas noticias. Pues en continuidad con las cifras de años anteriores, el número de personas fallecidas en incendios domésticos de nuevo supera las 100. En este caso, se alcanzaron las 112 víctimas durante 2015, cuyo mes de Enero fue el más trágico desde hace una década: 24 muertes en solo 31 días.

Además, se repiten las variables: el mayor número de fallecidos se registra en épocas de frío, de madrugada y sobre todo en personas mayores de 65 años. Aunque la muerte no se produce por la incidencia directa del fuego sino por inhalación del humo procedente del mismo.

Por su parte, el último estudio de la Asociación de Técnicos de Bomberos establece que las causas más comunes de incendio en los hogares son, como cabía esperar, los aparatos generadores de calor (21%); las chimeneas, velas o cigarrillos (10%) y los fallos eléctricos (9%).

Y a pesar de que la cifra resultante es inferior a la de 2014, cuando se produjeron 116 víctimas, es imprescindible tomar medidas al respecto. Desde GRUPO EUROFESA aconsejamos la instalación de medidas básicas de seguridad en la vivienda como detectores de humo y extintores, además del diseño personalizado de un plan de emergencia para saber cómo reaccionar en este tipo de situaciones. Sin olvidarnos de tomar unas sencillas medidas de prevención como pueden ser la revisión anual de la red eléctrica o no sobrecargar de enchufes. También es importante vigilar en todo momento las sartenes y cacerolas que se encuentran en el fuego, no dejar velas o estufas/calefactores encendidos por la noche, etc.

Según datos facilitados por TECNIFUEGO-AESPI, Asociación Española de Sociedades de Protección Contra Incendios, durante el pasado año la facturación global del sector PCI se situó en 2.100 millones de euros, una cifra bastante estable si se compara con los resultados obtenidos desde el comienzo de la crisis en 2007.

A partir de dicho año, el volumen de negocio comenzó a descender hasta alcanzar una caída del 30%, de los cuales el 20% correspondía a la protección pasiva contra incendios (véase puertas EI, ignifugados, sellados…) debido a su relación directa con la construcción de edificios (principal sector afectado por las dificultades económicas del país) y únicamente un 10% a la protección activa, pues los mantenimientos de este tipo de sistemas fueron claves para mantener la cifra.

Los expertos en el tema afirman que el sector ya ha tocado fondo y ahora lo único que queda es la recuperación del mismo. Pero, aunque la facturación de la protección activa pueda elevarse hasta los 1.400 millones de euros y la de la protección pasiva hasta cerca de 800 millones de euros, está claro que la remontada no será tan amplia como en épocas anteriores.